29 marzo, 2007

Hablando de comida


Sinceramente nunca creí que llegaría a hacer una dieta en mi vida, “23 años arrancando de una, y caí” le dije a un amigo a fines de enero, comentario que fue acompañado por una gran carcajada de su parte.

Ya van dos meses y algo de dieta, es decir, todo el verano, y lo que va de marzo, y los resultados me tienen más que contenta, considerando que al menos una vez por semana me doy algún “gustito”, de los cuales alguno de uds ha sido testigos y que no deseo ni pienso detallar. He perdido más o menos 7 kilos y me siento… ¡Más livianita!

El punto es, a estas alturas, que he detectado ciertas alteraciones en mi persona, además de las físicas evidentes. Me refiero a que (aunque suene raro y hasta “feo” que yo lo diga), mis temas de conversación se han volcado demasiado a la comida, siento que últimamente le estoy dando mucho énfasis a eso de “engordar”, a “salirse de la dieta”, al “¿De verdad estoy más flaca?”, o a hecho de que cada vez que un alimento envasado llega a mis manos, en especial si es un dulce o chicle, me veo en la obligación de mirar su envase ¡Para averiguar qué tantas calorías contiene! A veces incluso me sorprendo, al descubrirme haciendo eso, o escuchando esas palabras saliendo de mi boca.

Una prueba de todo esto: las palabras aquí escritas...¿O no?


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